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domingo, 1 de noviembre de 2009

VOLTA A LA FOIA DE CASTALLA

Volvía a la vuelta a la foia, después de una primera experiencia en el 2007, pero esta vez con la intención de aprovechar el momento de forma, competir y hacer una buena marca. Ha sido una semana algo difícil. Ha costado hacer los entrenos, quizá por el cansancio psicológico y algo físico que todos los que nos dedicamos a esto tenemos alguna que otra vez. Aunque yo siempre he superado este tipo de temas, esta semana me fui imposible superar ese muro psicológico de la motivación previa a un entrenamiento. Pero bueno, afortunadamente, resurgí de mis cenizas, cumplí las series y los rodajes en los tiempos marcados por el mister y me presenté en Ibi con la ilusión de hacer una gran carrera.

Esta Vuelta a la Foia, que cumplía su 24 edición, va rotando una población por año. Castalla, Onil e Ibi. Y éste año la organización le tocaba a Ibi, lo cual convierte a la carrera, sobre todo por su oreografía final, en la más dura de las tres organizaciones que se realizan

Primer problema que me encuentro una vez llegado a Ibi. Siempre he tenido un sistema de orientación poco desarrollado, pero lo que me pasó sobrepasa los límites de la estupidez humana. Resulta que una vez cogido el dorsal, cuando vuelvo al coche a cambiarme, no lo encontraba. Andando, andando, intentando analizar y ver como lo había dejado, me planté en las faldas alto de Ibi (popularmente conocido como "revoltes"), que está a más de dos kilómetros de la salida. Gracias a un empleado del Orden de Ibi, que me vio despistado y me dijo "mira hijo, lo mejor es que te lleve a la salida y desde allí te vuelvas a orientar". Así que así fue. Mi falta de orientación hizo que fuese con la hora pegada al culo, lo cual se transformó en tener que cambiarme con estress y nerviosismo, algo que no quería ver ni en pintura..... "mal empezamos", pensé.

Una vez llegado a tiempo a la línea de meta, se dió el pistoletazo de salida (bueno más bien, fue el tracazo de salida). Tenía la idea de hacerla de menos a más, y más sabiendo lo duro que son los últimos 12 kilómetros. Y así hice. Nada más empezar la carrera, tanto Jorge como yo nos propusimos no hacer kilómetros por debajo de 3'40". Hicimos una grupeta de 6 hasta el kilómetro 10, kilómetro en el que me puse en cabeza y poco a poco fui alejándome de mis compañeros.

Entrados en Castalla, y superados los 800 metros en forma de repecho infernal, sabía que a partir de ahí la carrera se iba a poner muy dura, no solo por lo que quedaba de recorrido, sino, además, por el calor reinante que hizo durante toda la prueba (26 grados).

Tenía dos atletas delante mía a los cuales sólo veía en las enormes rectas. "No los engancho ni de coña" pensé. Pues al final, sí, si que los enganché. Quise mantener el tipo en todas las subidas, y así, justo entrando en Onil cogí al primero de los atletas que llevaba delante. Pasamos la media maratón, bastante tocado físicamente, y con la idea de seguir manteniendo el tipo.

Los últimos 7 kilómetros de la carrera son infernales, con algún repecho que llega hasta el 19%. Por paso el km 22, justo cuando paso al segundo atleta que pensaba no coger, significó el momento mayor crisis. Todos los pensamientos se me volvieron negativos. A la cabeza me venía lo que quedaba (extraordinariamente duro), lo mal que iba, y la maratón de Sevilla. Afortunadamente pude rehacerme, y acabar muy decentemente, marcando 1h:48m:37s, y quedando 3º de mi categoría.


Esta carrera ha supuesto una gran satisfacción para mí, no solo por el tercer puesto conseguido, sino porque, una vez mirada la clasificación y los puntos de control, he llegado a la conclusión que de Onil a Ibi (los últimos 10 kms) mantuve muy bien el tipo, lo cual me hace ver que el fondo está ahí, y eso me hace recabar esperanzas de cara a Sevilla.